Un no-ensayo corto sobre la Inca Kola aprobada por la gente saludable
No recuerdo muchos lugares, ni tampoco muchas voces. Mi memoria es portuaria en su resolución. Pero es más fácil recordar lo depresivo antes que lo feliz. Entonces, mi cerebro, normalmente en siesta, recibe una lucidez solo vista en Windows XP. Me veo ahí, al frente de la máquina de gaseosas. El día es preferible no contarlo. La hora, sagrada en la costumbre católica. Una extranjera parada deduciendo el difícil arte de distinguir 5 soles y billetes de 10. Así que me toca a mí dar el paso valiente. " En avant, toujours en avant " hubiera dicho Jorge Chávez. O no. No sé. No sé francés. Meto mi sagrada moneda de 5 soles, la única que me quedaba luego de mi agónico regreso de Santiago, en dónde tiré a su suerte mis ahorros por una esperanza a que alguien me dijera que me quiere, porque dentro de mi ironía al final sigo siendo un pez ahogándose en sueños aéreos.