Medallones
La carne se encontraba perfectamente empaquetada. Sin ninguna mancha rara, sin ninguna contaminación sospechosa aparente. La textura se veía perfecta, jugosa e invitadora. No habían rastros de manipulación. Ni siquiera una indicación normalmente advertida en la industria alimentaria: Un olor feo, una mancha fea, nada feo. Y sin embargo Dalila sospechaba que esta no era la carne que ella había pedido. Hace dos semanas, el señor Milón había fallecido de causas esperadas y normales. O eso decía el registro, al menos. Andaba medio cardiaco y uno de sus regordetes pies ya estaba al otro lado, dirigiéndose hacia un whiskey infernal como tanto le gustaban. Viendo que normalmente los papeleos póstumos demoraban cuanto tiempo quisiera el ente estatal encargado, y Dalila no tenía tiempo para ello, prefirió dejar ese proceso en manos de su sobrina. En dos días, Elena aparecería con un certificado de calidad de la carne de su tío. El cuerpo había sido llevado a una empresa llamada "Umami Den...