Pepsinator
Lima, ciudad más fea que poto de paloma recién nacida. Año poco trascendental de la era moderna. En ese espacio-tiempo nació Marco Cáceres, ser humano común y corriente, como el noventa por ciento de la población. Otro siete por ciento pertenecían a la clase política bien pagada y, en el tope, en el tres por ciento especial y talentoso, se encontraban los superhéroes. Desde un hombre con pirokinesis hasta una mujer que corre muy rápido, a la velocidad del sonido. Tantas habilidades por ver en su mundo. Todos esos superpoderes eran utilizados para el bien o para el mal, y la población se entretenía viendo esas persecuciones en vivo y en directo al medio día. Los superhéroes eran alabados por todos. Por ahí uno salvaba a un inocente transeúnte y al otro día, alguien salvaba al inocente perrito del inocente transeúnte. Eran parte del folklore de las naciones, reverenciados por sus seguidores. El noventa por ciento sólo podía aplaudir como focas en el circo. Los líos de los superhéroes...